Aprender a conocernos, ser responsable de nuestros actos, ser selectivo y tomar lo que nos sirve y aprender de ello, son algunas de las indicaciones que se deben seguir al momento de elegir al Qigong (se pronuncia ‘Chi Kung’) como técnica de trabajo, la que para ser efectiva debe además pasar por un proceso que implique esfuerzo y tiempo.
Esta disciplina milenaria se divide en tres ramas, las que llegan al ser humano como métodos de salud, de ejercicio y de búsqueda espiritual. De esta manera, el Qigong puede ser utilizado como medicina integrativa para el tratamiento de enfermedades, actividad física que ayudará a mantener el cuerpo en forma y como una ayuda para lograr estados de meditación profundos, los que sin duda contribuyen beneficiosamente a tener una mente más clara y libre de trastornos.
El profesor de Qigong y director de la Escuela Latinoamericana de Medicina Tradicional China, Luis Pedreros, menciona que esta disciplina cuenta con cientos de ejercicios diferentes, pero que todos ellos están unidos por los tres aspectos principales de la técnica: movimiento, respiración y meditación. “Esto implica que se ejecutan ciertos movimientos, con el objeto de coordinarlos con una respiración específica. Esto sumado a la concentración, obtiene un resultado objetivo, no son ejercicios casuales”, manifiesta.
Para explicar de mejor manera lo anteriormente señalado, Pedreros afirma que las tres características pueden diferir según el ejercicio, pues hay algunos que pondrán atención en la parte física del individuo y otros que darán énfasis en la concentración de la mente o en la respiración. “Por lo tanto, las combinaciones son infinitas”, asegura.
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